MEDALLAS MILAGROSA

La Medalla Milagrosa es un símbolo de devoción y amor reconocido por la Iglesia católica, un apoyo para los que buscan la gracia y ayuda en momentos dificiles de la vida, o simplemente, para los que quieren recordar cada día que no están solos, que tienen una Madre infinitamente buena y amorosa que les apoya y acompaña desde el cielo.

La Medalla Milagrosa (o medalla de Nuestra Señora de las Gracias, o medalla de la Inmaculada Concepción) es un objeto de veneración, con su poderoso simbolismo, capaz de curaciones y actos milagrosos. 

Esta medalla nació de una aparición, de un momento de amor divino hecho carne y luz, del encuentro entre una joven y humilde novicia de apenas veinticuatro años y la Virgen María, en una conversación nocturna que duró horas, hecha no sólo de palabras, sino de miradas, gestos, expresiones de afecto y devoción y de vibrante esperanza.

De vez en cuando, María desciende para recordar a los que creen y confían en ella su compromiso, su voluntad de ayudar a los hombres y mujeres en su camino cotidiano, de apoyarlos, defendiendo siempre y en todo caso su causa a los ojos del Padre.

Tal fue el caso de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, que se apareció el 27 de noviembre de 1830 a Santa Catalina Labouré, una joven novicia del convento de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en el número 140 de la calle del Bac, en París.

Las apariciones y la historia de la Medalla Milagrosa

Catalina Labouré, proclamada santa en 1947 por el Papa Pío XII, dijo haber visto muchas apariciones durante su vida. La primera fue cuando era apenas una adolescente, cuando San Vicente de Paúl se le apareció en un sueño para invitarla a unirse a su Compañía de las Hijas de la Caridad. Durante su noviciado tuvo otras apariciones, de Jesús presente en la Eucaristía más allá de la apariencia del Pan, y como Cristo Rey crucificado, despojado de todos sus adornos. Mantuvo estas apariciones ocultas durante el resto de su vida, contándolas sólo a su confesor a punto de morir.

Sin embargo, las apariciones más famosas por las que se recuerda a Santa Catalina son las de la Inmaculada Concepción y la Medalla Milagrosa. Tuvieron lugar en julio y noviembre de 1830, en la capilla del noviciado. El 18 de julio de 1830, Catalina reza fervientemente a Jesús para que le conceda el cumplimiento de su gran deseo de ver a la Santísima Virgen. A las once y media de la noche se despertó, al oír su nombre, y vio a un misterioso niño a los pies de su cama, invitándola a levantarse. "La Santa Virgen te está esperando", le dijo el niño, emanando rayos de luz mientras se movía. El niño, que Catalina identificó como su ángel de la guarda, la acompañó a la Capilla, donde la Virgen la esperaba sentada a la derecha del altar. Catalina contó: "Entonces, di un salto para acercarme a ella, y me puse de rodillas en los escalones del altar, con las manos apoyadas en las rodillas de María. El momento que pasé así fue el más dulce de toda mi vida. Me sería imposible decir lo que sentí. La Santísima Virgen me dijo entonces cómo debía comportarme con mi confesor y muchas otras cosas".

Al hablar de la apariencia de la Virgen, Santa Catalina se esforzó por encontrar palabras: "Su estatura era media, y su belleza tal que me es imposible describirla. Estaba erguida, su vestido era de seda y del color del blanco del alba, hecho, como se dice, "a la manera de una virgen", es decir, ceñido y con mangas lisas. Un velo blanco descendió desde su cabeza hasta sus pies. Llevaba la raya del pelo y una especie de bonete con un encaje de unos tres centímetros de ancho, ligeramente apoyado en el cabello. Su rostro estaba totalmente descubierto; sus pies descansaban sobre un globo terráqueo; o mejor dicho, sobre medio globo terráqueo, o al menos yo sólo vi medio globo terráqueo. La Santa contó que se arrodilló ante la Virgen y puso las manos sobre las rodillas en señal de reverencia.

La ocasión en la que la Santísima Virgen instruyó a Catalina para que hiciera acuñar la Medalla Milagrosa fue la segunda aparición, que tuvo lugar el 27 de noviembre de 1830, hacia las 17:30 horas. La Virgen le dijo que la medalla sería un signo de amor, una prenda de protección y una fuente de gracias para todos aquellos que confiaran en ella. La Virgen también le mostró a Catalina cómo debía ser esta medalla. Catalina relató que, en la aparición, los pies de María se apoyaban en un medio globo, que simbolizaba el globo terráqueo, y apretaban la cabeza de una serpiente verdosa moteada de amarillo. Las manos de la Virgen estaban adornadas con anillos tachonados de piedras preciosas que proyectaban hacia abajo rayos de luz de diferente intensidad y color. La Virgen explicó a Catalina que estos rayos eran: "el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me las piden".

FRONTAL MEDALLA

Catalina vio entonces una especie de marco ovalado que se formaba alrededor de la Virgen, y una inscripción que iba de la mano derecha de María a la izquierda formando un semicírculo de palabras escritas en letras doradas: "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti".

Ésta será la imagen frontal de la Medalla Milagrosa: María aplastando la cabeza de la Serpiente, como se predijo en la Biblia ("Pondré enemistad entre tú y la mujer [...] ella te aplastará la cabeza y tú le minarás el talón", Gn 3,15), mientras que de sus manos bendecidas emanan rayos de luz que simbolizan las gracias concedidas por Dios, y la invocación "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti" enmarca el conjunto.

REVERSO MEDALLA

Pero la aparición continuó, y el cuadro místico pareció girar ante los ojos de Catalina, mostrándole lo que debía ser el reverso de la Medalla: "Estaba la letra M (la inicial del nombre María) coronada por una cruz sin crucifijo que tenía como base la letra I (la inicial del nombre Jesús). Más abajo había dos corazones, uno rodeado de espinas (el de Jesús), el otro atravesado por una espada (el de María). Finalmente, doce estrellas rodearon el conjunto. Entonces todo desapareció, como algo que se apaga, y me llené de no sé qué, de buenos sentimientos, de alegría, de consuelo".

Aquí está la explicación del reverso de la Medalla Milagrosa: la M de María sostiene la Cruz sin el crucifijo; el monograma I de Jesús (Iesus) se cruza con la M de María y la Cruz, y simboliza la salvación traída por Jesús y la Virgen, la relación indisoluble que une a Cristo con su santísima Madre, que se convierte así en testigo de la Salvación de la humanidad por su Hijo Jesús y en partícipe del acto mismo del sacrificio de Cristo; el corazón coronado de espinas es el Sagrado Corazón de Jesús, mientras que el corazón atravesado por la espada es el Corazón Inmaculado de María; las 12 estrellas simbolizan las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles. La misma Virgen también es aclamada como la Estrella del Mar en la oración Ave Maris Stella.